Memorias noveladas de J.M. Coetzee

Pocos autores tan escurridizos como el Nobel sudafricano J.M. Coetzee. De su vida no se sabe mucho, apenas lo suficiente como para que los críticos, cuando apareció la tercera parte de sus “memorias noveladas”, Verano, apuntaran la imposibilidad del punzante retrato que el escritor ofrece de sí mismo. “En la autobiografía”, ha dicho Coetzee, “parte de la historia que se nos cuenta la podemos comprobar en relación con el mundo exterior,

pero la mayoría es privada e imposible de verificar”. Que se crea o no la historia, agrega, depende de la fe que se tenga en la veracidad del narrador. Mondadori publica Escenas de una vida de provincias, volumen que reúne la trilogía Infancia, Juventud y Verano. Coetzee, un escritor que rehúye las entrevistas y no siempre acude a recoger sus premios, se presenta en las dos primeras novelas, que inician con su infancia en Worcester, como un joven “ardiente y solitario, existencialista y letraherido”, que narra su vida, señala el escritor Luis Antonio de Villena, como si se tratara de un acontecimiento trivial.

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